Habitación de Undertaker

Un extraño lugar, tanto como la tienda entera. Tan extraño... Que no puedo ni describirlo.

Cuando Undertaker abrió la puerta, Grell no podía quedarse más sorprendido.

Las paredes eran de un color negro, dándole más oscuridad a la habitación en esa noche. Candelabros góticos iluminaban el lugar, sin quitarle aún lo oscuro debido al color de las paredes. Donde debía haber una cama, Grell se sorprendió encontrando un ataúd el doble de grande de lo usual, con un acojinado de color rojo oscuro. Ya no quiso seguir mirando el resto del lugar.

Volteó su cabeza arqueando una ceja, muy al estilo de William T. Spears, para luego suspirar y decirle:

-Noble Undertaker, esta es la habitación más sorprendente que he visto en mucho tiempo. Por cierto, amo el forro de su ataúd. --Dijo, aprobando el escarlata que se veía tan elegante unido al negro de la madera. --Apuesto que lo ha hecho usted mismo.

Susurró, para inmediatamente jalar a Undertaker con mucha fuerza. Grell era conocido en el despacho como el "Shinigami Demonio" el único que se había atrevido a contactar e incluso insultar al shinigami legendario, pelear con demonios y sobrevivir la ira de William T. Spears. Le aventó a su ataúd, asegurándose de que no se dañara.

-Excelente, cabemos los dos --Susurró, mirando que era bastante amplio. Grell cambió la mirada entonces, comenzando a llevar sus manos hacia sus botones de la camisa, abriéndolos uno a uno, lentamente... mostrándole su blanco pecho para luego mirarle travieso y darse una media vuelta, contoneándose como su bailara y dejando caer un hombro. --Esto... Undertaker, se llama desnudarse con arte --Susurró, dejando caer el otro hombro y mostrándole la mitad de su espalda desnuda, moviendo los hombros y caminando un poco, pasándose nuevamente a darle su frente. --¿Debo proseguir? --Preguntó, coqueto, retirándose totalmente la camisa y pasando delicadamente sus dedos en su botón del pantalón, comenzando a desabrocharlo con una lentitud que dolía.