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Tienda de Juguetes Funtom
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Tienda de Juguetes Funtom
Había sido una travesía bastante difícil.
No podía competir contra la maldita sonrisa sarcástica ni los comentarios ácidos de Sebastián, quien insistía que solamente iba a ver los nuevos modelos que habían salido y vuelto a los niños locos: Los carros de tracción. Miniaturas hechas a imagen y semejanza de los carros de 1800 que aún eran considerados un peligro para la sociedad por la rapidez y el ruido que causaban al manejarse.
En verdad Ciel si iba a ver esos autos, pero no se lo iba a dejar saber a sebastian.
Cuando llegaron a la tienda, Ciel se fue enseguida al área de demostración, viendo con altanería a los niños de su edad jugar.
-Veo que estamos cada vez entrando más en el mercado --Hizo el comentario para sentirse adulto y reprimir sus ganas de ir a jugar --Eso quiere decir que Funtom será la número 1 por mucho tiempo...
No podía competir contra la maldita sonrisa sarcástica ni los comentarios ácidos de Sebastián, quien insistía que solamente iba a ver los nuevos modelos que habían salido y vuelto a los niños locos: Los carros de tracción. Miniaturas hechas a imagen y semejanza de los carros de 1800 que aún eran considerados un peligro para la sociedad por la rapidez y el ruido que causaban al manejarse.
En verdad Ciel si iba a ver esos autos, pero no se lo iba a dejar saber a sebastian.
Cuando llegaron a la tienda, Ciel se fue enseguida al área de demostración, viendo con altanería a los niños de su edad jugar.
-Veo que estamos cada vez entrando más en el mercado --Hizo el comentario para sentirse adulto y reprimir sus ganas de ir a jugar --Eso quiere decir que Funtom será la número 1 por mucho tiempo...
Re: Tienda de Juguetes Funtom
Sebastían sabía muy bien la verdad.
Detrás de aquel rostro tan joven, detrás de ese cuerpo infantil se encontraba un alma como ninguna, un niño inocente en una actitud despiadada, arrancado de su infancia, en él había bondad... y crueldad al mismo tiempo. Un niño que podría mirar con fascinación a una mariposa y acariciar sus alas, y al mismo tiempo arrancarlas sin pensarlo dos veces de ser necesario... Si pudiera darle alguna descripción a Ciel sería lo mas cercano a un pequeño gato.
Cuando llegaron a la tienda el mayordomo negro observó con interés el propio interés disfrazado de su amo, escuchando su comentario y ante eso solo pudo sonreír.
- por supuesto bocchan, hice arreglos para que la empresa se mantenga en pie aun cuando usted ya no esté --- comentó mordazmente, observando los tan detallados autos con gran fascinación. Finalmente el caballo sería reemplazado por un motor? Ah el avance de los humanos, por eso le parecían tan entretenidos.
Ciel alcanzaría a ver la era de las maquinas que se avecinaba? Una parte de él quería que si... pero de verdad no, llevaba muchos años muriendo de hambre.
-puedo preguntar porque no ha querido obtener uno de esos nuevos "automoviles"? son lo mas moderno entre los nobles adinerados
Detrás de aquel rostro tan joven, detrás de ese cuerpo infantil se encontraba un alma como ninguna, un niño inocente en una actitud despiadada, arrancado de su infancia, en él había bondad... y crueldad al mismo tiempo. Un niño que podría mirar con fascinación a una mariposa y acariciar sus alas, y al mismo tiempo arrancarlas sin pensarlo dos veces de ser necesario... Si pudiera darle alguna descripción a Ciel sería lo mas cercano a un pequeño gato.
Cuando llegaron a la tienda el mayordomo negro observó con interés el propio interés disfrazado de su amo, escuchando su comentario y ante eso solo pudo sonreír.
- por supuesto bocchan, hice arreglos para que la empresa se mantenga en pie aun cuando usted ya no esté --- comentó mordazmente, observando los tan detallados autos con gran fascinación. Finalmente el caballo sería reemplazado por un motor? Ah el avance de los humanos, por eso le parecían tan entretenidos.
Ciel alcanzaría a ver la era de las maquinas que se avecinaba? Una parte de él quería que si... pero de verdad no, llevaba muchos años muriendo de hambre.
-puedo preguntar porque no ha querido obtener uno de esos nuevos "automoviles"? son lo mas moderno entre los nobles adinerados
Sebastian Michaelis- Admin
- Mensajes : 68
Fecha de inscripción : 19/05/2011
Edad : 34
Localización : En la sombra de mi amo, obedeciendo sus deseos
Re: Tienda de Juguetes Funtom
A Ciel no terminó de agradarle el comentario de Sebastián. Bastante tenía con saber que el demonio le iba a comer el alma como para todavía aguantar sus comentarios mordaces al respecto. Aunque si algo tenía que agradecerle era que Sebastián había previsto todo para que Elizabeth tuviera su vida asegurada, sin embargo no sabía porqué realmente no se sentía a gusto con eso.
-Sebastián --Dijo, mientras comenzaba a caminar lejos de los niños, yendo hasta la puerta de su despacho --¿Te gustaría que mi venganza se terminara ya? --Le preguntó, mientras abría la puerta y pasaba a sabiendas que el demonio seguiría tras él. --¿Te gustaría que todo terminara, que tu carga de mí desapareciera?
Ciel no sabía realmente porqué preguntaba eso. Era incómodo estar teniendo, a su vez, esos pensamientos llenos de depresión y hasta cierto punto lastimeros. Eso debía de dar en ese momento, lástima. El demonio se debía estar burlando a lo lindo de él.
-En cuanto a la pregunta del automóvil --Dijo, tratando de corregir sus frases anteriores, tratando de distraer a Sebastián --Aún no se ha pasado la fase de prueba de ellos y el tener uno podría afectar mi seguridad constantemente; aunque, sería divertido verte salvarme todas esas veces. --Sonrió, sentándose en su silla del escritorio y comenzando a acariciar su preciado anillo azul.
-Sebastián --Dijo, mientras comenzaba a caminar lejos de los niños, yendo hasta la puerta de su despacho --¿Te gustaría que mi venganza se terminara ya? --Le preguntó, mientras abría la puerta y pasaba a sabiendas que el demonio seguiría tras él. --¿Te gustaría que todo terminara, que tu carga de mí desapareciera?
Ciel no sabía realmente porqué preguntaba eso. Era incómodo estar teniendo, a su vez, esos pensamientos llenos de depresión y hasta cierto punto lastimeros. Eso debía de dar en ese momento, lástima. El demonio se debía estar burlando a lo lindo de él.
-En cuanto a la pregunta del automóvil --Dijo, tratando de corregir sus frases anteriores, tratando de distraer a Sebastián --Aún no se ha pasado la fase de prueba de ellos y el tener uno podría afectar mi seguridad constantemente; aunque, sería divertido verte salvarme todas esas veces. --Sonrió, sentándose en su silla del escritorio y comenzando a acariciar su preciado anillo azul.
Re: Tienda de Juguetes Funtom
La pregunta de Ciel le logró sorprender.
¿Qué era eso? ¿Una propuesta? Sebastian miró a su joven amo con aquel rostro serio, la sonrisa nuevamente ausente en su rostro, mientras colgaba su sombrero de copa, el bastón y el abrigo en el perchero de la entrada.
¿Si lo quería? Por supuesto, tenía hambre, y deseaba el alma de Ciel mas que a nada en el mundo, sin embargo sabía que esa no era la respuesta que el joven quería escuchar. No iba a mentirle, pero tampoco a decirle la verdad de esa manera, pues incluso él conocía los límites.
- Su venganza llegará a su tiempo, no hay necesidad de apresurarnos, yo me aseguraré de que suceda --- le afirmó sin mayor importancia, su mirada roja mirandole con mucha atención, casi curiosamente. Oh si, tenía hambre, y le deseaba, sin embargo no podía evitar pensar que luego de Ciel la mayoría de las comidas serían muy aburridas.
- hmm quizá tiene razón, aunque en realidad ya hago eso no es así bocchan? usted tiene una afición por ser secuestrado frecuentemente --- rió, cubriendo su sonrisa con el dorso de su mano --- quizá le guste sentirse salvado por mi? es eso?
Preguntó inclinandose junto a Ciel, con aquella eterna sonrisa en su rostro.
¿Qué era eso? ¿Una propuesta? Sebastian miró a su joven amo con aquel rostro serio, la sonrisa nuevamente ausente en su rostro, mientras colgaba su sombrero de copa, el bastón y el abrigo en el perchero de la entrada.
¿Si lo quería? Por supuesto, tenía hambre, y deseaba el alma de Ciel mas que a nada en el mundo, sin embargo sabía que esa no era la respuesta que el joven quería escuchar. No iba a mentirle, pero tampoco a decirle la verdad de esa manera, pues incluso él conocía los límites.
- Su venganza llegará a su tiempo, no hay necesidad de apresurarnos, yo me aseguraré de que suceda --- le afirmó sin mayor importancia, su mirada roja mirandole con mucha atención, casi curiosamente. Oh si, tenía hambre, y le deseaba, sin embargo no podía evitar pensar que luego de Ciel la mayoría de las comidas serían muy aburridas.
- hmm quizá tiene razón, aunque en realidad ya hago eso no es así bocchan? usted tiene una afición por ser secuestrado frecuentemente --- rió, cubriendo su sonrisa con el dorso de su mano --- quizá le guste sentirse salvado por mi? es eso?
Preguntó inclinandose junto a Ciel, con aquella eterna sonrisa en su rostro.
Sebastian Michaelis- Admin
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Fecha de inscripción : 19/05/2011
Edad : 34
Localización : En la sombra de mi amo, obedeciendo sus deseos
Re: Tienda de Juguetes Funtom
Era la criatura más desesperante que había conocido, luego de Elizabeth y Grell. Sebastián parecía siempre querer colmarle la paciencia y retarle en todas las maneras posibles que había.
-Cállate --Ordenó de pronto, mirándole un tanto hostil. Desde su salida con Alois, desde esa plática que habían tenido acerca de los mayordomos, Ciel había estado inquieto, pensando en lo que el rubio le había dicho. Muchas de las cosas que Alois había obviado en la platica eran ciertas, solamente... Ciel nunca las había visto en Sebastián. Hasta ahora. --Sebastian... ¿Porqué los demonios poseen a sus dueños? --Fue su pregunta al aire, casi infantil, pero aún con esa mirada enérgica, que le indicaba que no estaba bromeando y no aceptaría una burla por respuesta. Ciel necesitaba saber, ya que había algo dentro de su mente que no podía retirar, algo que sabía Sebastián ya tenía conocimiento de. Nunca podía engañarlo --Antes que intentes salir con cualquiera de tus respuestas ensayadas y me hagas especificar más mi pregunta... Estoy hablando de las relaciones carnales. ¿Quieres que sea más explícito? Porqué Claude yace en las noches con Alois? Es algo... Que ustedes hagan con naturalidad?
Terminó, posando sus manos sobre el escritorio y cruzándolas, en espera de una respuesta, pero más como si estuviera teniendo una junta de negocios importantes. El silencio de Sebastián, sin embargo, le incomodó.
-Es una orden, Sebastian. Quiero la respuesta que busco.
-Cállate --Ordenó de pronto, mirándole un tanto hostil. Desde su salida con Alois, desde esa plática que habían tenido acerca de los mayordomos, Ciel había estado inquieto, pensando en lo que el rubio le había dicho. Muchas de las cosas que Alois había obviado en la platica eran ciertas, solamente... Ciel nunca las había visto en Sebastián. Hasta ahora. --Sebastian... ¿Porqué los demonios poseen a sus dueños? --Fue su pregunta al aire, casi infantil, pero aún con esa mirada enérgica, que le indicaba que no estaba bromeando y no aceptaría una burla por respuesta. Ciel necesitaba saber, ya que había algo dentro de su mente que no podía retirar, algo que sabía Sebastián ya tenía conocimiento de. Nunca podía engañarlo --Antes que intentes salir con cualquiera de tus respuestas ensayadas y me hagas especificar más mi pregunta... Estoy hablando de las relaciones carnales. ¿Quieres que sea más explícito? Porqué Claude yace en las noches con Alois? Es algo... Que ustedes hagan con naturalidad?
Terminó, posando sus manos sobre el escritorio y cruzándolas, en espera de una respuesta, pero más como si estuviera teniendo una junta de negocios importantes. El silencio de Sebastián, sin embargo, le incomodó.
-Es una orden, Sebastian. Quiero la respuesta que busco.
Re: Tienda de Juguetes Funtom
La pregunta le tomó totalmente por sorpresa.
Observó a Ciel con interés, en parte por la curiosidad de saber el origen de aquella pregunta, en parte por preguntarse sobre su reacción cuando la respondiera, y sobretodo porque el joven de apenas 13 años se preguntara cosas así. Sebastían tardó un poco en quitarse la sorpresa de su rostro, reemplazándola por una sonrisa suave y fingida, no era de diversión... sino mas bien de aceptación.
- muchos demonios cazan almas humanas sin contrato, matándolos y consumiendo sus almas, otros simplemente las roban mientras los shinigami se distraen durante la recolección... y otros preferimos no meternos en problemas con el molesto despacho de dioses de la muerte y hacemos contratos, lo que nos da el derecho de consumir el alma de "nuestro" humano...
Explicó, mientras tomaba su lugar al lado de Ciel con los brazos tras su espalda, inclinándose un poco para quedar a suficiente altura de su pequeño amo. Ah, sabía perfectamente que el joven Phantomhive adoraba escuchar historias de demonios... era como un pequeño niño escuchando cuentos de terror.
- los contratos pueden tomar tiempo... y no tiene caso alimentarse ilegalmente de otras almas teniendo un amo, ya que eso atraería a los shinigami, el contrato no tendría sentido pues lo usamos como protección --- recalcó con una leve pausa, observando fijamente sus ojos azules mientras los rojos parecían observarle con interés y gracia --- para algunos la espera es demasiada... llegan incluso a matar a sus amos para obtener su alma, aunque eso arruina el sabor...
Susurró cerca del oído de Ciel de la misma manera en que lo haría un depredador teniendo a la presa entre sus garras. Había diversión en su voz, gracia, pero no compasión.
- recientemente descubrimos... que hay maneras de alimentarse de nuestros amos sin matarlos, servir sin esperar con el estómago vacío. Un beso, una gota de sangre y el acto carnal exponen el alma de nuestros amos donde podemos alimentarnos, como cortar un pedazo de ella... el alma se regenera y nosotros soportamos la larga espera... pero no todos los amos están dispuestos a algo así, y no todas las almas soportan esa clase de... "violación", algunos humanos han muerto a manos de su demonio, el acto carnal puede disparar un frenesí, sobretodo si el alma se considera... "deliciosa"
Terminó, eso último con una leve risa reservada. Eso le hacía preguntarse, ¿si Ciel accediera a algo así, él podría parar para no matarle?
Observó a Ciel con interés, en parte por la curiosidad de saber el origen de aquella pregunta, en parte por preguntarse sobre su reacción cuando la respondiera, y sobretodo porque el joven de apenas 13 años se preguntara cosas así. Sebastían tardó un poco en quitarse la sorpresa de su rostro, reemplazándola por una sonrisa suave y fingida, no era de diversión... sino mas bien de aceptación.
- muchos demonios cazan almas humanas sin contrato, matándolos y consumiendo sus almas, otros simplemente las roban mientras los shinigami se distraen durante la recolección... y otros preferimos no meternos en problemas con el molesto despacho de dioses de la muerte y hacemos contratos, lo que nos da el derecho de consumir el alma de "nuestro" humano...
Explicó, mientras tomaba su lugar al lado de Ciel con los brazos tras su espalda, inclinándose un poco para quedar a suficiente altura de su pequeño amo. Ah, sabía perfectamente que el joven Phantomhive adoraba escuchar historias de demonios... era como un pequeño niño escuchando cuentos de terror.
- los contratos pueden tomar tiempo... y no tiene caso alimentarse ilegalmente de otras almas teniendo un amo, ya que eso atraería a los shinigami, el contrato no tendría sentido pues lo usamos como protección --- recalcó con una leve pausa, observando fijamente sus ojos azules mientras los rojos parecían observarle con interés y gracia --- para algunos la espera es demasiada... llegan incluso a matar a sus amos para obtener su alma, aunque eso arruina el sabor...
Susurró cerca del oído de Ciel de la misma manera en que lo haría un depredador teniendo a la presa entre sus garras. Había diversión en su voz, gracia, pero no compasión.
- recientemente descubrimos... que hay maneras de alimentarse de nuestros amos sin matarlos, servir sin esperar con el estómago vacío. Un beso, una gota de sangre y el acto carnal exponen el alma de nuestros amos donde podemos alimentarnos, como cortar un pedazo de ella... el alma se regenera y nosotros soportamos la larga espera... pero no todos los amos están dispuestos a algo así, y no todas las almas soportan esa clase de... "violación", algunos humanos han muerto a manos de su demonio, el acto carnal puede disparar un frenesí, sobretodo si el alma se considera... "deliciosa"
Terminó, eso último con una leve risa reservada. Eso le hacía preguntarse, ¿si Ciel accediera a algo así, él podría parar para no matarle?
Sebastian Michaelis- Admin
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Localización : En la sombra de mi amo, obedeciendo sus deseos
Re: Tienda de Juguetes Funtom
Escuchó con atención la historia de Sebastián, guardando en su mente los datos que el demonio le estaba dando. Era inusual que Sebastián le dijera más de ellos, de los demonios, de sus prácticas extrañas y lo mucho que ambiciaban las almas de los demás. Le miró con atención, escuchando la respuesta a su pregunta, el como definía su contrato, definiéndolo como....
-¿Así que... soy "TU" humano?--Dijo con esa sonrisa insolente que muchos odiaban de él. Le causaba gracia, pero tenía sentido. Era simplemente la "mascota" del demonio, aquél que se divertía viendo de qué era capaz Ciel con tal de vengarse. Era una corta temporada de diversión, de cuidarle, de hacerle cumplir sus caprichos y luego... Sería su alimento. Nada más que eso. Y por alguna extraña razón a Ciel le molestaba ese asunto.
Así, con esa mirada azul de hielo, volteó a ver a Sebastian, indicándole que le dijera más, que le dejara saber historias con las cuales su imaginación se entretendría un rato.
-Tch... -Se quejó, cuando Sebastián le dijo que algunos demonios mataban a sus amos. Habían pasado ya 2 largos años en los cuales Sebastián había estado a su lado ¿Tendría hambre? ¿Pensaría que la venganza sería demasiado larga? ¿Querría esperar hasta el final? Le sintió acercarse, susurrándole fuertemente. Ciel rodó sus ojos para verle, sin mover su cabeza. Era un completo demonio, siempre susurrando al alma de los débiles, haciéndoles caer en desesperación. La explicación de Sebastián le aclaró todas sus dudas. Su mayordomo era paciente, diligente, fuerte... siempre presto para cualquier orden, pero... ¿sería sano para él, tenerle pasando hambre?
¿Cumpliría con sus demandas de esa manera, hambriento? ¿Tendría algún límite su energía? Ciel no quería que nada arruinara sus deseos, que nada interrumpiera su venganza.
-A ti te parezco un niño repugnante --La afirmación tomó por sorpresa a Sebastián, así que Ciel pudo voltearse para decirle -No quiero que tu desempeño se vea afectado por una restricción tan vanal como el hambre... ¿Qué dirían de mí, el Conde Phantomhive, si no le diera de comer a mi propio mayordomo?--Dijo, fríamente. -Mi venganza no está completa... Ha tardado mucho... Ni tu mismo me has dicho cuándo puede terminar. Pero no quiero que nada intervenga en mi camino, ni siquiera tu. No puedo darme el lujo de que estés insatisfecho, de que llegues a debilitarte sin un alimento propio --le dejó saber de manera sarcástica, viendo con diversión como un hilo de furia llenaba los ojos del demonio -Así que te propongo esto, Sebastián... ¿Porqué no te alimentas de bocadillos en lo que terminas tu trabajo y te haces merecedor al plato principal? --No fue broma. Ciel le miraba seriamente. --Cuando formamos el pacto, te dije que haría lo que fuera necesario para que todo terminara... Para que mis padres descansaran tranquilos, para aplastar como cucarachas a aquellos que quisieron burlarse del honor de mi familia. Y si entre los requisitos, está el tener que satisfacer a un demonio... Entregarme a uno... No voy a titubear. --Terminó alzando la cabeza, altivo.
La última palabra era de Sebastián.
-¿Así que... soy "TU" humano?--Dijo con esa sonrisa insolente que muchos odiaban de él. Le causaba gracia, pero tenía sentido. Era simplemente la "mascota" del demonio, aquél que se divertía viendo de qué era capaz Ciel con tal de vengarse. Era una corta temporada de diversión, de cuidarle, de hacerle cumplir sus caprichos y luego... Sería su alimento. Nada más que eso. Y por alguna extraña razón a Ciel le molestaba ese asunto.
Así, con esa mirada azul de hielo, volteó a ver a Sebastian, indicándole que le dijera más, que le dejara saber historias con las cuales su imaginación se entretendría un rato.
-Tch... -Se quejó, cuando Sebastián le dijo que algunos demonios mataban a sus amos. Habían pasado ya 2 largos años en los cuales Sebastián había estado a su lado ¿Tendría hambre? ¿Pensaría que la venganza sería demasiado larga? ¿Querría esperar hasta el final? Le sintió acercarse, susurrándole fuertemente. Ciel rodó sus ojos para verle, sin mover su cabeza. Era un completo demonio, siempre susurrando al alma de los débiles, haciéndoles caer en desesperación. La explicación de Sebastián le aclaró todas sus dudas. Su mayordomo era paciente, diligente, fuerte... siempre presto para cualquier orden, pero... ¿sería sano para él, tenerle pasando hambre?
¿Cumpliría con sus demandas de esa manera, hambriento? ¿Tendría algún límite su energía? Ciel no quería que nada arruinara sus deseos, que nada interrumpiera su venganza.
-A ti te parezco un niño repugnante --La afirmación tomó por sorpresa a Sebastián, así que Ciel pudo voltearse para decirle -No quiero que tu desempeño se vea afectado por una restricción tan vanal como el hambre... ¿Qué dirían de mí, el Conde Phantomhive, si no le diera de comer a mi propio mayordomo?--Dijo, fríamente. -Mi venganza no está completa... Ha tardado mucho... Ni tu mismo me has dicho cuándo puede terminar. Pero no quiero que nada intervenga en mi camino, ni siquiera tu. No puedo darme el lujo de que estés insatisfecho, de que llegues a debilitarte sin un alimento propio --le dejó saber de manera sarcástica, viendo con diversión como un hilo de furia llenaba los ojos del demonio -Así que te propongo esto, Sebastián... ¿Porqué no te alimentas de bocadillos en lo que terminas tu trabajo y te haces merecedor al plato principal? --No fue broma. Ciel le miraba seriamente. --Cuando formamos el pacto, te dije que haría lo que fuera necesario para que todo terminara... Para que mis padres descansaran tranquilos, para aplastar como cucarachas a aquellos que quisieron burlarse del honor de mi familia. Y si entre los requisitos, está el tener que satisfacer a un demonio... Entregarme a uno... No voy a titubear. --Terminó alzando la cabeza, altivo.
La última palabra era de Sebastián.
Re: Tienda de Juguetes Funtom
Era una suerte que Sebastian no tuviera nada en las manos, de otra manera era muy probable que se hubiera caído al suelo.
Observó a Ciel, mientras sus impresionados ojos rojos cambiaban a unos que parecían dagas de hielo, una auténtica mirada de un desconfiado demonio que parecía querer observar esos ojos azules hasta exponer su alma y enterarse de si lo que decía era verdad, o una de las usuales malas y crueles bromas de su joven amo.
No podía ver ese brillo de malicia en ellos, ni una pizca, por lo tanto decía la verdad. Aquello volvió a impresionar al demonio, quien frunció si apenas un poco el ceño. Ciel tenía 13 años, no podía ni siquiera tener la mas remota idea de lo que sus palabras significaban en realidad, y eso quería decir que tomar su oferta como una promesa podía traer problemas.
Ciel asustándose cuando él intentara.... No, Sebastian estaba muy desconfiado con toda la situación. Además, ¿de que manera afectaría algo así a Ciel? podía cambiar sus sentimientos, su propósito, después de todo era humano, y eso podía cambiar el sabor de su alma. No quería que, por no soportar el hambre, su impaciencia arruinara el plato principal.
El alma de Ciel Phamtomhive era demasiado preciosa para arriesgarla así.
- Bocchan, no creo que entienda todas las implicaciones de algo así --- atinó a decir valientemente, mientras se enderezaba y le miraba desde arriba, dedicándole una sonrisa --- un demonio debe alimentarse una vez al año idealmente... aunque mis 5 años en ayuno parecen ser mucho, no quiero dañarlo...
No quería dañarlo, dañar su alma, su verdadera comida.
- aunque... puedo darle una muestra de lo que se siente... que un demonio muerda su alma --- una muestra no haría daño, que Ciel viera lo que realmente significaba tener un lazo tan fuerte con su demonio --- un beso es suficiente...
Indicó, inclinándose nuevamente a una distancia justa con Ciel, mirándole fijamente.
Observó a Ciel, mientras sus impresionados ojos rojos cambiaban a unos que parecían dagas de hielo, una auténtica mirada de un desconfiado demonio que parecía querer observar esos ojos azules hasta exponer su alma y enterarse de si lo que decía era verdad, o una de las usuales malas y crueles bromas de su joven amo.
No podía ver ese brillo de malicia en ellos, ni una pizca, por lo tanto decía la verdad. Aquello volvió a impresionar al demonio, quien frunció si apenas un poco el ceño. Ciel tenía 13 años, no podía ni siquiera tener la mas remota idea de lo que sus palabras significaban en realidad, y eso quería decir que tomar su oferta como una promesa podía traer problemas.
Ciel asustándose cuando él intentara.... No, Sebastian estaba muy desconfiado con toda la situación. Además, ¿de que manera afectaría algo así a Ciel? podía cambiar sus sentimientos, su propósito, después de todo era humano, y eso podía cambiar el sabor de su alma. No quería que, por no soportar el hambre, su impaciencia arruinara el plato principal.
El alma de Ciel Phamtomhive era demasiado preciosa para arriesgarla así.
- Bocchan, no creo que entienda todas las implicaciones de algo así --- atinó a decir valientemente, mientras se enderezaba y le miraba desde arriba, dedicándole una sonrisa --- un demonio debe alimentarse una vez al año idealmente... aunque mis 5 años en ayuno parecen ser mucho, no quiero dañarlo...
No quería dañarlo, dañar su alma, su verdadera comida.
- aunque... puedo darle una muestra de lo que se siente... que un demonio muerda su alma --- una muestra no haría daño, que Ciel viera lo que realmente significaba tener un lazo tan fuerte con su demonio --- un beso es suficiente...
Indicó, inclinándose nuevamente a una distancia justa con Ciel, mirándole fijamente.
Sebastian Michaelis- Admin
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Localización : En la sombra de mi amo, obedeciendo sus deseos
Re: Tienda de Juguetes Funtom
Estaba sorprendido.
Por primera vez, Ciel había logrado sacar de su máscara de neutralidad a Sebastian, haciéndole mostrar al menos una emoción y esa había sido la sorpresa. Los ojos de Sebastián sin embargo, parecían estar analizando su alma, como si no creyera que fuera verdad. Ciel tomó una actitud de fastidio, ¿Qué tanto tenía Sebastián que pensarlo?
-¿Cómo te atreves a decirme que no entiendo? ¿Tu entiendes acaso el porqué estoy haciendo esto? Mi venganza no puede quedar inconclusa Sebastián. Tu tienes el poder para cumplir mi deseo, yo tengo el poder para que tú sigas igual de fuerte y lo cumplas. ¿Qué de complicado hay en eso? Morder un trozo de mi alma... Que haya dolor... ¿crees que eso me asusta? -- Preguntó, mientras entrelazaba sus dedos. --Dolor, que marque mi estancia en esta vida, eso es lo que quiero. Que duela, que me recuerde todos los días el porqué estoy aquí y no me desvíe de mi objetivo.
Notó como dudaba aún, haciéndole enojar. Era una de esas veces en las cuales Ciel quería abofetear a Sebastián, hacerle entender que no era un niño, que se hacía responsable de sus palabras, eso que el demonio parecía nunca comprender. Cuando al final Sebastián le dejó saber qué era lo que quería... Cómo sería... Ciel dejó caer las manos en el escritorio como si tuviera plomo en ellas y abrió la boca completamente sorprendido.
--¿Qué? --Preguntó de pronto, sonrojándose, mirándole como si se tratara de una broma pesada. Sin embargo, la sonrisa eterna del demonio le dejó saber que hablaba completamente en serio. Sus ojos serios, su cuerpo relajado. Ciel de pronto no tuvo palabras y notó la diversión en los ojos de Sebastian. --¡Nunca me dijiste que se tratara de algo así! Yo... Tu... ¡Demonio! ---- Exclamó, para luego cerrar los ojos y suspirar fuertemente, el sonrojo aún llenando sus mejillas --Hazlo. --Dijo, para sorpresa del mayor --Hazlo, un Phantomhive no rompe sus promesas.
Por primera vez, Ciel había logrado sacar de su máscara de neutralidad a Sebastian, haciéndole mostrar al menos una emoción y esa había sido la sorpresa. Los ojos de Sebastián sin embargo, parecían estar analizando su alma, como si no creyera que fuera verdad. Ciel tomó una actitud de fastidio, ¿Qué tanto tenía Sebastián que pensarlo?
-¿Cómo te atreves a decirme que no entiendo? ¿Tu entiendes acaso el porqué estoy haciendo esto? Mi venganza no puede quedar inconclusa Sebastián. Tu tienes el poder para cumplir mi deseo, yo tengo el poder para que tú sigas igual de fuerte y lo cumplas. ¿Qué de complicado hay en eso? Morder un trozo de mi alma... Que haya dolor... ¿crees que eso me asusta? -- Preguntó, mientras entrelazaba sus dedos. --Dolor, que marque mi estancia en esta vida, eso es lo que quiero. Que duela, que me recuerde todos los días el porqué estoy aquí y no me desvíe de mi objetivo.
Notó como dudaba aún, haciéndole enojar. Era una de esas veces en las cuales Ciel quería abofetear a Sebastián, hacerle entender que no era un niño, que se hacía responsable de sus palabras, eso que el demonio parecía nunca comprender. Cuando al final Sebastián le dejó saber qué era lo que quería... Cómo sería... Ciel dejó caer las manos en el escritorio como si tuviera plomo en ellas y abrió la boca completamente sorprendido.
--¿Qué? --Preguntó de pronto, sonrojándose, mirándole como si se tratara de una broma pesada. Sin embargo, la sonrisa eterna del demonio le dejó saber que hablaba completamente en serio. Sus ojos serios, su cuerpo relajado. Ciel de pronto no tuvo palabras y notó la diversión en los ojos de Sebastian. --¡Nunca me dijiste que se tratara de algo así! Yo... Tu... ¡Demonio! ---- Exclamó, para luego cerrar los ojos y suspirar fuertemente, el sonrojo aún llenando sus mejillas --Hazlo. --Dijo, para sorpresa del mayor --Hazlo, un Phantomhive no rompe sus promesas.
Re: Tienda de Juguetes Funtom
Absolutamente, Ciel no lo había comprendido.
Era obvio, no podía pedirle a un niño de 13 años tal comprensión de las cosas, de hecho el constatar que Ciel era aún muy inocente, acorde a su edad, le hacía sentir cierta curiosidad sobre el conde Alois Trancy. El rubio era quizá 2 años mayor que Ciel... ¿eran en verdad dos años mucha diferencia para comprender las cosas?
Sonrió, en esa eterna mueca tan bien ensayada que tenía, tapándola levemente con su mano debido a la diversión que le ocasionaba sorprender al pequeño pelinegro de esa manera, obviamente ingenuo a lo que estaba metiéndose. Bien, él no iba a quedarse con las ganas de probar al pequeño, y de paso le mostraría un poco de su verdadero ser, un poco de lo que era un auténtico demonio.
Inclinándose un poco mas, Sebastian elevó su mano para tomar la mejilla del pequeño adolescente, acercándose despacio hasta juntar sin mas sus labios con los de Ciel. Al inicio era una caricia común y corriente, queriendo asegurarse de que el joven estaba receptivo a ello... cuando no notó rechazo, comenzó. Como una daga caliente clavándose en su pecho, el joven Phantomhive recibió una mordida directo en su alma.
Empezó como una succión, los expertos labios de Sebastian masajeando los de su amo, para luego transformarse en un intenso calor, un violento fuego que nacía quizá en un lugar del pecho. El corazón se aceleraba, el alma sentía el peligro de ser devorada y mandaba una alarma al cuerpo de Ciel a manera de dolor, pidiéndole que se alejara de él. La caricia fue de segundos.
El demonio se separó violentamente, la respiración agitada, y quizá por primera vez Ciel podía ver en Sebastian un dejo de vulnerabilidad, un leve sonrojo, los ojos rojos brillando como rubíes y la pupila contraída. Aquel mayordomo sabía, debido al olor, lo valiosa que era el alma de su amo... pero hasta ese momento había logrado tener una degustación.
Sentía haber ido al paraíso, el descanso eterno, la completa felicidad mas allá de su imaginación, y regresado totalmente renovado. Si, se sentía absolutamente renovado. Sebastian tardó un momento considerable en regresar de su viaje mental, parpadeando un par de veces, para luego sacudirse el asombro con rapidez y regresar a su papel de fiel sirviente.
- lo lamento profundamente --- se disculpó, inclinándose como reverencia --- como puede ver la experiencia es menos que agradable, además de peligrosa, yo no necesito eso para trabajar con eficiencia, y me niego a ponerle en peligro
Era necesario, por mucho que hubiese disfrutado del momento. Sin embargo, ese mordisco le había reavivado sus energías, fortalecido su propósito y determinación: el alma de Ciel sería suya, y haría lo que fuese para obtenerla. Mientras miraba a su amo de la manera usual, un oscuro pensamiento se sembró en lo profundo de su mente... ¿Si él se sentía con tanta fuerza luego de algo tan insignificante como un beso, sería contrincante para un demonio mimado con el estómago lleno?
Era obvio, no podía pedirle a un niño de 13 años tal comprensión de las cosas, de hecho el constatar que Ciel era aún muy inocente, acorde a su edad, le hacía sentir cierta curiosidad sobre el conde Alois Trancy. El rubio era quizá 2 años mayor que Ciel... ¿eran en verdad dos años mucha diferencia para comprender las cosas?
Sonrió, en esa eterna mueca tan bien ensayada que tenía, tapándola levemente con su mano debido a la diversión que le ocasionaba sorprender al pequeño pelinegro de esa manera, obviamente ingenuo a lo que estaba metiéndose. Bien, él no iba a quedarse con las ganas de probar al pequeño, y de paso le mostraría un poco de su verdadero ser, un poco de lo que era un auténtico demonio.
Inclinándose un poco mas, Sebastian elevó su mano para tomar la mejilla del pequeño adolescente, acercándose despacio hasta juntar sin mas sus labios con los de Ciel. Al inicio era una caricia común y corriente, queriendo asegurarse de que el joven estaba receptivo a ello... cuando no notó rechazo, comenzó. Como una daga caliente clavándose en su pecho, el joven Phantomhive recibió una mordida directo en su alma.
Empezó como una succión, los expertos labios de Sebastian masajeando los de su amo, para luego transformarse en un intenso calor, un violento fuego que nacía quizá en un lugar del pecho. El corazón se aceleraba, el alma sentía el peligro de ser devorada y mandaba una alarma al cuerpo de Ciel a manera de dolor, pidiéndole que se alejara de él. La caricia fue de segundos.
El demonio se separó violentamente, la respiración agitada, y quizá por primera vez Ciel podía ver en Sebastian un dejo de vulnerabilidad, un leve sonrojo, los ojos rojos brillando como rubíes y la pupila contraída. Aquel mayordomo sabía, debido al olor, lo valiosa que era el alma de su amo... pero hasta ese momento había logrado tener una degustación.
Sentía haber ido al paraíso, el descanso eterno, la completa felicidad mas allá de su imaginación, y regresado totalmente renovado. Si, se sentía absolutamente renovado. Sebastian tardó un momento considerable en regresar de su viaje mental, parpadeando un par de veces, para luego sacudirse el asombro con rapidez y regresar a su papel de fiel sirviente.
- lo lamento profundamente --- se disculpó, inclinándose como reverencia --- como puede ver la experiencia es menos que agradable, además de peligrosa, yo no necesito eso para trabajar con eficiencia, y me niego a ponerle en peligro
Era necesario, por mucho que hubiese disfrutado del momento. Sin embargo, ese mordisco le había reavivado sus energías, fortalecido su propósito y determinación: el alma de Ciel sería suya, y haría lo que fuese para obtenerla. Mientras miraba a su amo de la manera usual, un oscuro pensamiento se sembró en lo profundo de su mente... ¿Si él se sentía con tanta fuerza luego de algo tan insignificante como un beso, sería contrincante para un demonio mimado con el estómago lleno?
Sebastian Michaelis- Admin
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Re: Tienda de Juguetes Funtom
Cerró los ojos cuando Sebastián comenzó a acercarse. El sonrojo furioso inundó su rostro, ya que no se imaginaba que llegaría a dar ese tipo de caricias a nadie y menos a su mayordomo. No le asustaba ni avergonzaba que era un hombre, lo que le daba temor era que el ser al cual estaba besando era nada más y nada menos que un demonio el cual iba a acabar con él en cierto momento. En esos momentos, recibiendo el calor de los labios de Sebastián, se preguntaba si todos sus sacrificios por su venganza eran justificados y si valían la pena.
El dolor lacerante en su pecho le hizo reaccionar. No se retiró, sino que recordó todos y cada uno de esos rostros cubiertos por máscaras, recordó su tortura, los cuerpos de sus padres ardiendo en la mansión... Apretó sus manos contra sus rodillas, recibiendo el dolor cual premio a una acción bien hecha. Sintió que desfallecía, sintió que quería empujarle mas no lo hizo. Ese dolor le dejaba saber que estaba vivo y quién era el responsable de ello.
Sebastián...
El único que vino a su grito de auxilio cuando todo estaba terminado.
Sería completamente estúpido el negarle la fuerza para seguirle ayudando. Había otros demonios también en la batalla y Ciel sabía que Alois se aseguraba que Claude estuviera siempre con sus energías repletas. El día que hubiera un enfrentamiento, ¿Sebastián podría vencerle? Ciel no dudaba ni un segundo de las capacidades de su demonio mayordomo, pero... ¿Podría realmente funcionar como debía ante alguien con el estómago lleno?
El dolor desapareció de pronto y Ciel jadeó, abriendo los ojos para observar con mucho detenimiento a Sebastián. Quizá era la primera vez en la cual veía una expresión en su rostro, una que le hacía casi parecer humano. Sintió su cuerpo estremecerse al verle así, sintiendo un miedo natural, ganas de correr lejos de él y romper el pacto... Pero no... No podía ponerse a pensar como un niño que ve un demonio por primera vez. Escuchó sus palabras, su rostro de pronto pasando de asustado a serio, molesto...
-¿Estás negandote a cumplir una orden, Sebastián? -Dijo en un tono de voz grave, uno que solo usaba cuando estaba muy enojado... -Te recuerdo que parte de tu contrato es el obedecerme sin siquiera cuestionarme. ¿Es acaso que quieres que yo rompa con el pacto? --Le amenazó, notando la cara molesta de Sebastián, como si la sola amenaza fuera algo que le sacara su instinto asesino -Claude se alimenta cada noche al parecer, el alma se regenera al estar simplemente cortando solo un poco... ¿Serás rival para él cuando llegue el momento? No estoy dispuesto a perder mi venganza ni a pagarte el precio del contrato si somos derrotados. Sebastián... Es una orden... Aliméntate propiamente y hazlo... Ahora.
Terminó, suspirando, molesto pero a la vez asustado, a sabiendas que era muy probable que esa fuera una orden que iba a lamentar.
El dolor lacerante en su pecho le hizo reaccionar. No se retiró, sino que recordó todos y cada uno de esos rostros cubiertos por máscaras, recordó su tortura, los cuerpos de sus padres ardiendo en la mansión... Apretó sus manos contra sus rodillas, recibiendo el dolor cual premio a una acción bien hecha. Sintió que desfallecía, sintió que quería empujarle mas no lo hizo. Ese dolor le dejaba saber que estaba vivo y quién era el responsable de ello.
Sebastián...
El único que vino a su grito de auxilio cuando todo estaba terminado.
Sería completamente estúpido el negarle la fuerza para seguirle ayudando. Había otros demonios también en la batalla y Ciel sabía que Alois se aseguraba que Claude estuviera siempre con sus energías repletas. El día que hubiera un enfrentamiento, ¿Sebastián podría vencerle? Ciel no dudaba ni un segundo de las capacidades de su demonio mayordomo, pero... ¿Podría realmente funcionar como debía ante alguien con el estómago lleno?
El dolor desapareció de pronto y Ciel jadeó, abriendo los ojos para observar con mucho detenimiento a Sebastián. Quizá era la primera vez en la cual veía una expresión en su rostro, una que le hacía casi parecer humano. Sintió su cuerpo estremecerse al verle así, sintiendo un miedo natural, ganas de correr lejos de él y romper el pacto... Pero no... No podía ponerse a pensar como un niño que ve un demonio por primera vez. Escuchó sus palabras, su rostro de pronto pasando de asustado a serio, molesto...
-¿Estás negandote a cumplir una orden, Sebastián? -Dijo en un tono de voz grave, uno que solo usaba cuando estaba muy enojado... -Te recuerdo que parte de tu contrato es el obedecerme sin siquiera cuestionarme. ¿Es acaso que quieres que yo rompa con el pacto? --Le amenazó, notando la cara molesta de Sebastián, como si la sola amenaza fuera algo que le sacara su instinto asesino -Claude se alimenta cada noche al parecer, el alma se regenera al estar simplemente cortando solo un poco... ¿Serás rival para él cuando llegue el momento? No estoy dispuesto a perder mi venganza ni a pagarte el precio del contrato si somos derrotados. Sebastián... Es una orden... Aliméntate propiamente y hazlo... Ahora.
Terminó, suspirando, molesto pero a la vez asustado, a sabiendas que era muy probable que esa fuera una orden que iba a lamentar.
Re: Tienda de Juguetes Funtom
Ciel olía a miedo.
Por un momento Sebastian tuvo la seguridad de que su joven amo renunciaría, que el miedo sería demasiado para él y aceptaría que el dejar a su demonio alimentarse era demasiado. Sin embargo, la sorpresa de su respuesta fue algo que no pudo esconder de su rostro. Ciel tenía miedo, era algo que el jovencito no podía negar, ni en su rostro, ni en sus ojos o su aroma, y pese a ello tomaba las decisiones que eran necesarias.
Eso siempre lo había admirado de él, entre los humanos era una rareza magnífica. Un adulto con la inocencia de un niño.
- lo entiendo --- se disculpó haciendo una leve reverencia --- lamento dudar de sus órdenes bocchan
Si, que Ciel tuviera bien en mente sus palabras, esa orden era algo que Sebastian iba a cumplir... al menos hasta que el pequeño en persona deshiciera la orden, o el sabor de su alma cambiara. Al incorporarse, notó la expectación en aquellos profundos ojos azules, volviendo a sorprenderle.
- bocchan... obedeceré su orden, pero... ¿aquí? --- preguntó ladeando la cabeza, en un gesto de falsa inocencia y con un amplio acento de diversión, casi tentándose a tomar las palabras de Ciel como órden incuestionable --- temo que podríamos llamar la atención, no desearía un lugar mas privado?
Por un momento Sebastian tuvo la seguridad de que su joven amo renunciaría, que el miedo sería demasiado para él y aceptaría que el dejar a su demonio alimentarse era demasiado. Sin embargo, la sorpresa de su respuesta fue algo que no pudo esconder de su rostro. Ciel tenía miedo, era algo que el jovencito no podía negar, ni en su rostro, ni en sus ojos o su aroma, y pese a ello tomaba las decisiones que eran necesarias.
Eso siempre lo había admirado de él, entre los humanos era una rareza magnífica. Un adulto con la inocencia de un niño.
- lo entiendo --- se disculpó haciendo una leve reverencia --- lamento dudar de sus órdenes bocchan
Si, que Ciel tuviera bien en mente sus palabras, esa orden era algo que Sebastian iba a cumplir... al menos hasta que el pequeño en persona deshiciera la orden, o el sabor de su alma cambiara. Al incorporarse, notó la expectación en aquellos profundos ojos azules, volviendo a sorprenderle.
- bocchan... obedeceré su orden, pero... ¿aquí? --- preguntó ladeando la cabeza, en un gesto de falsa inocencia y con un amplio acento de diversión, casi tentándose a tomar las palabras de Ciel como órden incuestionable --- temo que podríamos llamar la atención, no desearía un lugar mas privado?
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Re: Tienda de Juguetes Funtom
Lo odió en ese momento.
Lo odió por no poder saber qué estaba pensando, a qué se refería con esas palabras, con ese rostro que mostraba sorpresa. ¿De qué se sorprendía Sebastián? Ciel pensaba que ya sabía hasta donde era capaz de llegar con tal de cumplir su venganza desde el momento en el cual su odio invocó a tan poderoso demonio. Arrugó su nariz, acomodándose en su silla nuevamente, recargándose y cruzando las piernas, su codo en uno de los brazos del fino sillón de cuero, su puño cerrado; su cabeza apoyándose en su puño.
De repente se puso de un horrible mal humor, sus ojos azules mirando a Sebastián con algo parecido al desprecio, al odio, a... algo que no comprendía bien que era. Estaba enojado, demasiado... El que la única persona en la cual confiaba hubiera dudado de algo que estuviera diciendo, le había hecho querer destrozar la oficina.
--No lo vuelvas a hacer, o juro que veré la forma de encontrar a alguien más que no dude de lo que le ordeno. --Dijo, despectivo. Era un juego de palabras, Sebastián lo sabía. El mayordomo de Alois Trancy se lo había hecho saber. Él cumpliría todo al pie de la letra, nunca preguntando nada. Era obvio, sin embargo, que Ciel jamás cambiaría a Sebastián. Solo le gustaba molestarlo y en esos momentos, quería hacer que se sintiera tan frustrado como él. Rodó sus ojos al escuchar su pregunta.
"Estúpida" La catalogó. Comenzando a abrir la boca para darle las razones que el demonio mayordomo necesitaba.
--En la casa de Londres está Soma y Agni, dentro de la mansión, Mey Rin abrirá la puerta sin ninguna formalidad, en cualquier hotel de la ciudad, levantaremos sospechas. ¿Eres estúpido o qué? --Insultó, notando el brillo en los ojos del demonio, imperceptible, brillo que quizá no significaba nada, pero que bastaba para Ciel. Nunca sabía lo que Sebastián pensaba y eso le colmaba la paciencia. --Aquí es el único lugar donde puedo cerrar la puerta y además, se que nadie subirá al despacho. ¿Puedes entonces dejar de hacer preguntas idiotas y limitarte a hacer lo que tengas que hacer? --Dijo, retirándole la mirada, sintiendo un ligero calor en su rostro, el rubor llenándole las mejillas.
"Esto no tiene nada que ver con gustos o preferencias... Esto es por mi venganza... Por mantener a mi demonio fuerte y listo para todo... Negocios; simplemente" Se excusó a si mismo, quedándose en el sillón, inmóvil y a la espera de lo que Sebastián haría.
Lo odió por no poder saber qué estaba pensando, a qué se refería con esas palabras, con ese rostro que mostraba sorpresa. ¿De qué se sorprendía Sebastián? Ciel pensaba que ya sabía hasta donde era capaz de llegar con tal de cumplir su venganza desde el momento en el cual su odio invocó a tan poderoso demonio. Arrugó su nariz, acomodándose en su silla nuevamente, recargándose y cruzando las piernas, su codo en uno de los brazos del fino sillón de cuero, su puño cerrado; su cabeza apoyándose en su puño.
De repente se puso de un horrible mal humor, sus ojos azules mirando a Sebastián con algo parecido al desprecio, al odio, a... algo que no comprendía bien que era. Estaba enojado, demasiado... El que la única persona en la cual confiaba hubiera dudado de algo que estuviera diciendo, le había hecho querer destrozar la oficina.
--No lo vuelvas a hacer, o juro que veré la forma de encontrar a alguien más que no dude de lo que le ordeno. --Dijo, despectivo. Era un juego de palabras, Sebastián lo sabía. El mayordomo de Alois Trancy se lo había hecho saber. Él cumpliría todo al pie de la letra, nunca preguntando nada. Era obvio, sin embargo, que Ciel jamás cambiaría a Sebastián. Solo le gustaba molestarlo y en esos momentos, quería hacer que se sintiera tan frustrado como él. Rodó sus ojos al escuchar su pregunta.
"Estúpida" La catalogó. Comenzando a abrir la boca para darle las razones que el demonio mayordomo necesitaba.
--En la casa de Londres está Soma y Agni, dentro de la mansión, Mey Rin abrirá la puerta sin ninguna formalidad, en cualquier hotel de la ciudad, levantaremos sospechas. ¿Eres estúpido o qué? --Insultó, notando el brillo en los ojos del demonio, imperceptible, brillo que quizá no significaba nada, pero que bastaba para Ciel. Nunca sabía lo que Sebastián pensaba y eso le colmaba la paciencia. --Aquí es el único lugar donde puedo cerrar la puerta y además, se que nadie subirá al despacho. ¿Puedes entonces dejar de hacer preguntas idiotas y limitarte a hacer lo que tengas que hacer? --Dijo, retirándole la mirada, sintiendo un ligero calor en su rostro, el rubor llenándole las mejillas.
"Esto no tiene nada que ver con gustos o preferencias... Esto es por mi venganza... Por mantener a mi demonio fuerte y listo para todo... Negocios; simplemente" Se excusó a si mismo, quedándose en el sillón, inmóvil y a la espera de lo que Sebastián haría.
Re: Tienda de Juguetes Funtom
La fiera mirada de Ciel le provocó una sonrisa.
Era tan fácil molestarlo, tan fácil hacerle salirse de sus casillas, y el demonio simplemente permaneció con aquella sonrisa que sabía Ciel detestaba. Era su mayordomo, por supuesto, pero eso no significaba que él no pudiera tener su propia diversión con el corto temperamento de su joven amo.
Ah, de verdad? de verdad el joven Phantomhive estaba dispuesto a pagar el precio? El dato para él era absolutamente sorprendente, aunque había preocupación... la preocupación de corromper a su amo, de destruir esa inocencia que aún existía en lo más profundo de su retorcida y deliciosa alma, esa parte que hacía que todo su ser fuese completamente irresistible. Pero.... al final Sebastian Michaelis seguía siendo un demonio, y la tentación era demasiada.
Haciendo una leve reverencia de asentimiento, el mayordomo se dirigió a las ventanas de la oficina, cerrándolas perfectamente para que no pudiera haber ni una sola posibilidad de espiar en el interior, aseguró la puerta tomando precauciones extra al trabarla con una silla de la oficina. Ahí, dando la espalda a Ciel, se permitió un profundo suspiro para luego voltear a verlo, el joven entrando a sus tiernos 14, esa fría mirada azul, ese rostro serio, pero nadie conocía a Ciel mejor que su mayordomo, y éste lo sabía. Sonrió, esa sonrisa que sabía Ciel detestaba, una sonrisa de superioridad, de saber mucho y no decirlo nunca.
Acercándose hacia el joven conde, Sebastian se retiró los guantes lentamente, dejando a la vista el tatuaje de su esclavitud, la muestra de que se revelaba ante su amo, de que estaban completamente solos. Ahí, ya frente a Ciel, el demonio de cabellos negros se inclinó para acariciar sus mejillas, retirando con suavidad el parche que ocultaba su intima relación... la relación de un humano caído en desgracia, y su demonio.
- bocchan... su orden será cumplida... pero me reservaré el derecho de detenerme si es necesario --- gruñó con una profunda voz que Ciel rara vez escuchaba. Sebastian lo haría, mientras todo estuviera bajo control... mientras él pudiera mantenerse bajo control.
Con todo dicho, el demonio volvió a unir sus venenosos labios con los del joven adolescente, dejando fluir el tornado de abominable placer para él.
Era tan fácil molestarlo, tan fácil hacerle salirse de sus casillas, y el demonio simplemente permaneció con aquella sonrisa que sabía Ciel detestaba. Era su mayordomo, por supuesto, pero eso no significaba que él no pudiera tener su propia diversión con el corto temperamento de su joven amo.
Ah, de verdad? de verdad el joven Phantomhive estaba dispuesto a pagar el precio? El dato para él era absolutamente sorprendente, aunque había preocupación... la preocupación de corromper a su amo, de destruir esa inocencia que aún existía en lo más profundo de su retorcida y deliciosa alma, esa parte que hacía que todo su ser fuese completamente irresistible. Pero.... al final Sebastian Michaelis seguía siendo un demonio, y la tentación era demasiada.
Haciendo una leve reverencia de asentimiento, el mayordomo se dirigió a las ventanas de la oficina, cerrándolas perfectamente para que no pudiera haber ni una sola posibilidad de espiar en el interior, aseguró la puerta tomando precauciones extra al trabarla con una silla de la oficina. Ahí, dando la espalda a Ciel, se permitió un profundo suspiro para luego voltear a verlo, el joven entrando a sus tiernos 14, esa fría mirada azul, ese rostro serio, pero nadie conocía a Ciel mejor que su mayordomo, y éste lo sabía. Sonrió, esa sonrisa que sabía Ciel detestaba, una sonrisa de superioridad, de saber mucho y no decirlo nunca.
Acercándose hacia el joven conde, Sebastian se retiró los guantes lentamente, dejando a la vista el tatuaje de su esclavitud, la muestra de que se revelaba ante su amo, de que estaban completamente solos. Ahí, ya frente a Ciel, el demonio de cabellos negros se inclinó para acariciar sus mejillas, retirando con suavidad el parche que ocultaba su intima relación... la relación de un humano caído en desgracia, y su demonio.
- bocchan... su orden será cumplida... pero me reservaré el derecho de detenerme si es necesario --- gruñó con una profunda voz que Ciel rara vez escuchaba. Sebastian lo haría, mientras todo estuviera bajo control... mientras él pudiera mantenerse bajo control.
Con todo dicho, el demonio volvió a unir sus venenosos labios con los del joven adolescente, dejando fluir el tornado de abominable placer para él.
Sebastian Michaelis- Admin
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