Baño de Alois

El joven Trancy no había podido dormir bien esa noche, las pesadillas de su doloroso pasado lo habían estado torturando toda la noche, cansado de intentar una y otra vez dormir sin conseguirlo, se levanto de su cama, no llamo a Claude pero tenia la sensación de que el sabia lo que le estaba ocurriendo; abandono aquella habitación, en el pasillo caminaba Hannah la cual al ver a su joven amo bajo su mirada al instante, pero este la evadió entrando al baño, que por extraño que pareciera estaba a un costado de su cuarto y no adentro; estuvo ahí varios minutos, para el parecieron horas.

Por un breve instante permaneció mirando al frente. Aun dudaba si su mayordomo decía eso por que quería o debido a su contrato, girándose un poco poso sus brazos en la orilla de la bañera y su cabeza sobre estos, lo miro con sus penetrantes ojos azules intentando descifrar la mente de Claude, el agua caliente se agitaba de un lado a otro debido al movimiento del rubio, el cual contemplo a su “fiel sirviente” postrado, la luz de las velas alumbraba el bello y curiosamente poco sereno rostro del demonio. Se levanto dejando a relucir su humedecido y torneado cuerpo, ante la vista del mayordomo. Caminando hacia la repisa apago con un ligero soplido las llamas de aquellas velas, el cuarto ahora se iluminaba por una azulada luz de luna llena que entraba intensamente por la ventana.

--Claude … quítate los guantes … no quiero que nada estorbe a tus dedos

Alois jamás había sido tierno con otra persona después de Luka, sin embargo, puso de pie gentilmente a su preciado “esclavo”. Acercándose a él, le dejo percibir de cerca su respiración, su fresco aliento.
Con un poco de miedo, pues se encontraba inseguro de lo que tendria como consecuencia aquella orden dijo.

--Yo ordeno … que muestres lo que guardas en tu interior…

Pese a ser joven, no era tonto; conocía bien que Claude guardaba algo. ¿Pero como lo sabia? Después de todo la mente de un mayordomo-demonio esta mas allá que la de un simple mortal. Pero ese instante, en esa habitación había algo diferente en ambos, algo que delataba la perdida de estereotipos y permitía entenderse mutuamente.

--Estas mintiendo …. Faltando a una orden …

Alois estaba siendo raramente amable, aun así la bipolaridad del rubio seguía predominando, no precisamente con ira, si no con un brote de jugueteo y pasional seducción.

Se libró del listón obscuro que llevaba su mayordomo, para luego abrir un par de botones cerca del abdomen del demonio, introdujo su cálida mano acariciando si tersa piel. Acercándose a un costado de su cuello aspiro el suave aroma que cada mañana hacia con dificultad e intentando que Claude no lo notara cuando lo vestía. Le gustaba mucho, jamás había usado alguna colonia, era su aroma natural, limpio y especial que lo atraía tanto. “deseaba poder tener uno igual que ocasionara lo mismo con su demonio” pensaba.

Se levanto deslizando un poco la cinta que se aferraba a su cintura, para aflojar la bata. Recargándose en la tina, imito a su acompañante esta vez y mordiéndose un poco su labio dejo brotar sangre, una expresión de dolor se dibujo en su rostro, no estaba acostumbrado a herirse, pero quería tentarlo, llevarlo hasta la locura, provocar que su mayordomo no pudiera detenerse debido a la necesidad de tenerlo solo para él.

--¿Y bien Claude … seguirás mintiendo?....

Le asombraba tanto la respuesta de Claude, se había guardado dentro aquel miedo que le provocaba el siquiera imaginar que podía rechazarlo pero le gustaba sentir aquellos labios, aquella lengua recorrer los suyos y su barbilla en busca de su deseada sangre, además la verdad del interior de su mayordomo lo dejaba satisfecho. Esa noche, donde no le fue posible dormir, ahora se convertiría en la mejor para el joven rubio.

De pronto los recuerdos de aquellas pesadillas volvieron a surgir, del viejo asqueroso que lo había tocado. Sltandose de entre las manos de Claude se giro hacia la bañera.

--“maldito anciano” (pensó airado)

Apretando sus dientes en un intento vano de silenciar los sollozos que volvían a aparecer cada vez que recordaba esas repulsivas escenas. Era cierto que él había utilizado su cuerpo en un alarmante intento de salir de aquel infierno, pero al hacerlo se encontró pasando por otro aun más tormentoso.

Recordar la cara del perverso viejillo, esa expresión de lujuria impregnada en su repulsiva sonrisa, le provoco nauseas. Unos delgado hilos de lagrimas brotaron de sus ojos, mientras tomando un poco de agua y con su mano comenzó a tallar su hombro derecho. Se sentía sucio, aun cuando de su mismo cuerpo manaba un dulce aroma a limpieza y su piel era suave y deseable. Lo que duramente estaba afectado era su corazón, su débil persona había sido marcada para siempre.

Un nuevo recuerdo apareció, era del día en que Claude había a asesinado a esa miserable persona; “había hecho un buen trabajo” pensó, pues nadie había logrado averiguar la causa de su muerte. Se giro nuevamente, ahora miraba a su mayordomo sin molestarse por limpiar las lagrimas que aun corrían por sus mejillas ¿Cuánto tiempo había permanecido en ese estado? Introdujo lentamente las manos de Claude dentro de su bata hasta que tocaron su delgada y confortante espalda, posando una mano en el cuello de este comenzó a acariciarlo suavemente, acercándose miro sus labios.

--si tan solo pudiera adueñarme de ellos para siempre…

Fue lo último que murmuro, cortando la distancia que había entre ellos y los suyos lo beso; Ahora probaba los deliciosos y húmedos labios de su mayordomo estos lograban desvanecer todos sus pensamientos. A fuera de aquel baño el tiempo podía transcurrir al paso que le diera la gana formando sus normales actos, lastimando algunos, dando felicidad a otros “¿a quien diablos le importaba?” pensó, después de todo dentro de aquel cuarto la eternidad se enseñoreaba gratamente.

Al sentir los labios de su demonio entre los suyos comenzó a tener múltiples sensaciones, como si en aquel momento su mayordomo pudiera borrar todo lo que lo lastimaba, a la vez que se adueñaba de cada uno de sus recuerdos; estaba unido a él y simultáneamente esclavizado a sus deseos, su lengua lo dominaba y lo tomaba por completo, sencillamente lo tranquilizaba. Separándose le dijo.

--Claude destrúyelo de nuevo…

Suplico mientras agachaba su mirada, llorando nuevamente. Esa noche seria larga, su carácter bipolar, su pasado y las adictivas ganas de estar con su “guardián”, eran una mescla de inusual misterio. Su mano temblorosa se aferro al cuello de su acompañante, no quería demostrarle todo esto pero nunca había sido su fuerte ocultar sus emociones, menos aun frente a él, frente a su mayordomo-demonio.

--Claude… vuelve eterna esta noche…

Ahora volvía a mirarlo fijamente.