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Centro de Londres
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Re: Centro de Londres
Asintió con la cabeza. Le agradaba el plan. Miro de reojo a Ciel, estaba serio, pensativo a diferencia del rubio, animado como si todo aquello no le resultara peligroso, aun asi también meditaba su plan.
--Bajaremos “confundidos y asustados” … *rio ligeramente´* … después de todo … eso es lo que esperan ver …
Sin esperar respuesta alguna salió del carruaje; el rubio comenzó a fingir, incluso con la voz, su rostro angelical e inofensivorelucía totalmente. Actuó de la misma forma que antes, a la salida del callejón con todos plebeyos inoportunos.
-¿Q-Qué ocurre … por que se detuvo? … ¿Dónde estamos?- *de forma increíble Alois actuaba, “tan inocente”.*
Los otros dos sujetos le contemplaron seriamente, para luego concluir en una maliciosa carcajada. El conductor era un tanto gordo y poco agraciado, tenia bigote y ya que ahora se había retirado el sombrero dejaba admirar la falta de cabello en varias zonas de su cabeza, algunas canas comenzaban a poblar su castaño pelo; mientras que el que le acompañaba, era alto, vestía demasiado elegante, como si se tratara de alguien importante aunque Alois no pudo reconocerlo, su rostro relucía atractivo acompañado por su obscura cabellera, sin embargo, sus verdosos ojos miraban de una forma obscena casi irritante. Estos dejaron de contemplar al rubio para dirigirse a Ciel, Alois percatándose, sintió como un molesto coraje comenzaba a derramarse en su interior, no le gustaba la mirada de aquel tipo y aunque no lo admitiera le molestaba por que parecía como si planeara robarle a su acompañante.
-Te exijo que nos digas las razones para este desvió …
Su voz comenzaba a mutar, ya no era tan linda como antes, tan aguda, sencillamente comenzaba a volverse la particular voz de Alois, aun así aquellas palabras no le descubrieron.
El tipo elegante se comenzó acercar, mientras clavaba aun más la mirada en el conde Phantomhive.
-Esto me comienza a gustar Ayrton, estoy pensando seriamente en dejar el negocio del opio…
Aquellas palabras resonaron como de eco en los oídos de los menores, llevaba el mismo nombre, hablaban del negocio clandestino de opio del cual los condes habían conversado ya hace bastante rato. Eran ellos.
-Quizá… *continuo* … deba dedicarme a este … deja aun mas dinero … y trae sus beneficios extras…
Comento al tiempo que intento acariciar la mejilla de Ciel; Alois no dejo que Phantomhive siquiera se molestara por reaccionar, con un leve golpe alejo la mano del adulto y casi de inmediato se interpuso entre los dos.
-ni siquiera lo pienses …
La actuación había quedado olvidada, al rubio ya no le interesaba divertirse, ahora por todo su interior corría un fuerte sentimiento de molestia. La atención del adulto se concentro en Alois. Los verdes ojos del mayor desprendieron un repentino enojo, alzando su mano golpeo sin piedad la blanca mejilla del rubio y pese a haberlo hecho con mano abierta, aquel acto provoco que el cuerpo del menor cayera de sentón hacia atrás, la sangre comenzó a brotar de su labio inferior, Trancy se llevo una mano al lugar retirándola levemente.
-a niños como tu … hay que educarlos primero …
Murmuro de forma perversa y alcanzándole le tomo por la camisa levantándole de forma agresiva le acerco hasta hacerle sentir su aliento, las puntas de los zapatos de Alois apenas rozaban el suelo.
-me divertiré un momento contigo …
Sonrió malicioso para luego sin soltarle, deslizar con su mano la cintura del rubio, bajando le tocaba de forma ingrata sintiendo el joven cuerpo de Alois aun sobre la ropa. La ira, la demencia se hacían presentes, los azules ojos del menor estaban fijos en el obsceno mirar del otro. Apretó sus dientes ante cada toque del otro.
-pero ..que lindo luces … *rio*
No pudo controlar más lo que pasaba dentro de su interior. Los recuerdos y la falta de razonamiento se adueñaron del conde Trancy.
-¿Crees que puedes jugar con las personas? … ¿Que el destino de todos puede volverse de la forma que lo deseen tus manos? ¿Piensas que no recibirás ninguna consecuencia por ello? *su voz Salía de forma inconstante debido a la rabia mezclada con el manoseo del mayor*…¡¡EN VERDAD ERES UN ESTUPIDO..!!
Grito y de forma casi imperceptible por la rapidez, saco la daga que antes había ocultado dentro de una de sus mangas, sin piedad, sin culpa con un lado filoso del letal metal corto profundamente la garganta del otro. Su mirada estaba perdida, desorbitada; en su rostro se matizaba un toque de locura, su respiración se agitaba al tiempo que veía como el otro se llevaba una mano a su cuello ahora sangrante en un vano intento por detener la hemorragia. Había soltado al rubio el cual ahora estaba de pie, el cuerpo del mayor tirado en el piso, agonizaba, estiraba su mano rogando ayuda.
Ahora Alois le contemplaba indiferente, su vista perdida entre sus pensamientos, cambio de una fuerte adrenalina a un completo odio y repugnancia.
-No … claro que no recibirás misericordia … ¿acaso tu la hubieras dado? …¡¡ NO MOSTRARE PIEDAD A SUJETOS COMO TU!!
Su voz estaba llena de ira, amargura, rencor.
-todos debemos aceptar las consecuencias de cada acto que cometemos … y estas son las tuyas …
Ahora su mirada permanecía seria, como si el mismo creyera no haber cometido ningún aterrador acto.
Un molesto gruñido proveniente del gordo conductor rompió el silencio que comenzaba a dominar el lugar, ligeras gotas de lluvia caían alrededor a consecuencia de una gran tormenta que se aproximaba. Estaba rabioso, sujetaba una vulgar arma.
--¡¡MALDITO MOCOSOO!! … ¡¡¡ MALDITOO !!!
La voz aguda y rabiosa del conductor le reclamaba al tiempo que le amenazaba apuntándole con su arma. Sus grandes manos temblaban, sus ojos estaban puestos en el rubio. No se esperaban ese golpe de un “niño”, ellos sencillamente creían que podían jugar con la vida de alguien y salir ilesos.
--¡¡ TE MATAREE!!...
El conde Trancy giro su rostro hacia el adulto, la sonrisa que le brindaba era de forma burlona, su semblante emanaba altivez.
-… inténtelo… vengue a su amigo …
En el pasado le había aterrado la idea de morir, incluso rogó y sedegradó con tal de permanecer con vida. No es que ahora estuviera pensando en quedar sin aliento, en provocarse un claro suicidio, no pensaba racionalmente. El hecho de haberse defendido contra seres que odiaba leprovocaba un gozo incomparable, ahora pese a su actitud casta y confiada por dentro estaba lentamente enloqueciendo, aun lo controlaba, aun decidía. Aun no había por que preocuparse.
Jugar con la vida, jugar con la muerte era lo que ambos condes venían haciendo desde hace mucho, pactos con demonios, sus almas como recompensas. Todo parecía en el exterior normal, tradicional, un conde acompañado de su leal mayordomo, los ojos torpes de muchos humanos verían eso, pero no era lo real, la muerte estaba presente, la sentencia estaba hecha. Morirían, eso era muy seguro pero solo a manos de sus “guardianes” de sus aparentes mayordomos.
Con una tranquilidad poco común limpio la daga en las ropas del otro que ahora yacía agonizando a un paso de su final. La voz gritona y alterada del otro se escucho nuevamente.
-¿Qué no entiendes? … ¡¡ TE LLENARE DE PLOMO TE MATAREE!! … ¡¡ MALDITO MALCRIADO!!
-¿Qué le ocurre? *contesto levantándose* … se le nota miedoso … *sonrió alzando un poco su rostro* de ser usted … yo no hubiera puesto solamente mi atención en uno de los niños … ¿no es así conde Phantomhive? …
El regordete conductor sintió como le incrustaban levemente la punta de una inadvertida arma. Por detrás del adulto se encontraba Ciel Phantomhive apuntándole de cerca.
--Bajaremos “confundidos y asustados” … *rio ligeramente´* … después de todo … eso es lo que esperan ver …
Sin esperar respuesta alguna salió del carruaje; el rubio comenzó a fingir, incluso con la voz, su rostro angelical e inofensivorelucía totalmente. Actuó de la misma forma que antes, a la salida del callejón con todos plebeyos inoportunos.
-¿Q-Qué ocurre … por que se detuvo? … ¿Dónde estamos?- *de forma increíble Alois actuaba, “tan inocente”.*
Los otros dos sujetos le contemplaron seriamente, para luego concluir en una maliciosa carcajada. El conductor era un tanto gordo y poco agraciado, tenia bigote y ya que ahora se había retirado el sombrero dejaba admirar la falta de cabello en varias zonas de su cabeza, algunas canas comenzaban a poblar su castaño pelo; mientras que el que le acompañaba, era alto, vestía demasiado elegante, como si se tratara de alguien importante aunque Alois no pudo reconocerlo, su rostro relucía atractivo acompañado por su obscura cabellera, sin embargo, sus verdosos ojos miraban de una forma obscena casi irritante. Estos dejaron de contemplar al rubio para dirigirse a Ciel, Alois percatándose, sintió como un molesto coraje comenzaba a derramarse en su interior, no le gustaba la mirada de aquel tipo y aunque no lo admitiera le molestaba por que parecía como si planeara robarle a su acompañante.
-Te exijo que nos digas las razones para este desvió …
Su voz comenzaba a mutar, ya no era tan linda como antes, tan aguda, sencillamente comenzaba a volverse la particular voz de Alois, aun así aquellas palabras no le descubrieron.
El tipo elegante se comenzó acercar, mientras clavaba aun más la mirada en el conde Phantomhive.
-Esto me comienza a gustar Ayrton, estoy pensando seriamente en dejar el negocio del opio…
Aquellas palabras resonaron como de eco en los oídos de los menores, llevaba el mismo nombre, hablaban del negocio clandestino de opio del cual los condes habían conversado ya hace bastante rato. Eran ellos.
-Quizá… *continuo* … deba dedicarme a este … deja aun mas dinero … y trae sus beneficios extras…
Comento al tiempo que intento acariciar la mejilla de Ciel; Alois no dejo que Phantomhive siquiera se molestara por reaccionar, con un leve golpe alejo la mano del adulto y casi de inmediato se interpuso entre los dos.
-ni siquiera lo pienses …
La actuación había quedado olvidada, al rubio ya no le interesaba divertirse, ahora por todo su interior corría un fuerte sentimiento de molestia. La atención del adulto se concentro en Alois. Los verdes ojos del mayor desprendieron un repentino enojo, alzando su mano golpeo sin piedad la blanca mejilla del rubio y pese a haberlo hecho con mano abierta, aquel acto provoco que el cuerpo del menor cayera de sentón hacia atrás, la sangre comenzó a brotar de su labio inferior, Trancy se llevo una mano al lugar retirándola levemente.
-a niños como tu … hay que educarlos primero …
Murmuro de forma perversa y alcanzándole le tomo por la camisa levantándole de forma agresiva le acerco hasta hacerle sentir su aliento, las puntas de los zapatos de Alois apenas rozaban el suelo.
-me divertiré un momento contigo …
Sonrió malicioso para luego sin soltarle, deslizar con su mano la cintura del rubio, bajando le tocaba de forma ingrata sintiendo el joven cuerpo de Alois aun sobre la ropa. La ira, la demencia se hacían presentes, los azules ojos del menor estaban fijos en el obsceno mirar del otro. Apretó sus dientes ante cada toque del otro.
-pero ..que lindo luces … *rio*
No pudo controlar más lo que pasaba dentro de su interior. Los recuerdos y la falta de razonamiento se adueñaron del conde Trancy.
-¿Crees que puedes jugar con las personas? … ¿Que el destino de todos puede volverse de la forma que lo deseen tus manos? ¿Piensas que no recibirás ninguna consecuencia por ello? *su voz Salía de forma inconstante debido a la rabia mezclada con el manoseo del mayor*…¡¡EN VERDAD ERES UN ESTUPIDO..!!
Grito y de forma casi imperceptible por la rapidez, saco la daga que antes había ocultado dentro de una de sus mangas, sin piedad, sin culpa con un lado filoso del letal metal corto profundamente la garganta del otro. Su mirada estaba perdida, desorbitada; en su rostro se matizaba un toque de locura, su respiración se agitaba al tiempo que veía como el otro se llevaba una mano a su cuello ahora sangrante en un vano intento por detener la hemorragia. Había soltado al rubio el cual ahora estaba de pie, el cuerpo del mayor tirado en el piso, agonizaba, estiraba su mano rogando ayuda.
Ahora Alois le contemplaba indiferente, su vista perdida entre sus pensamientos, cambio de una fuerte adrenalina a un completo odio y repugnancia.
-No … claro que no recibirás misericordia … ¿acaso tu la hubieras dado? …¡¡ NO MOSTRARE PIEDAD A SUJETOS COMO TU!!
Su voz estaba llena de ira, amargura, rencor.
-todos debemos aceptar las consecuencias de cada acto que cometemos … y estas son las tuyas …
Ahora su mirada permanecía seria, como si el mismo creyera no haber cometido ningún aterrador acto.
Un molesto gruñido proveniente del gordo conductor rompió el silencio que comenzaba a dominar el lugar, ligeras gotas de lluvia caían alrededor a consecuencia de una gran tormenta que se aproximaba. Estaba rabioso, sujetaba una vulgar arma.
--¡¡MALDITO MOCOSOO!! … ¡¡¡ MALDITOO !!!
La voz aguda y rabiosa del conductor le reclamaba al tiempo que le amenazaba apuntándole con su arma. Sus grandes manos temblaban, sus ojos estaban puestos en el rubio. No se esperaban ese golpe de un “niño”, ellos sencillamente creían que podían jugar con la vida de alguien y salir ilesos.
--¡¡ TE MATAREE!!...
El conde Trancy giro su rostro hacia el adulto, la sonrisa que le brindaba era de forma burlona, su semblante emanaba altivez.
-… inténtelo… vengue a su amigo …
En el pasado le había aterrado la idea de morir, incluso rogó y sedegradó con tal de permanecer con vida. No es que ahora estuviera pensando en quedar sin aliento, en provocarse un claro suicidio, no pensaba racionalmente. El hecho de haberse defendido contra seres que odiaba leprovocaba un gozo incomparable, ahora pese a su actitud casta y confiada por dentro estaba lentamente enloqueciendo, aun lo controlaba, aun decidía. Aun no había por que preocuparse.
Jugar con la vida, jugar con la muerte era lo que ambos condes venían haciendo desde hace mucho, pactos con demonios, sus almas como recompensas. Todo parecía en el exterior normal, tradicional, un conde acompañado de su leal mayordomo, los ojos torpes de muchos humanos verían eso, pero no era lo real, la muerte estaba presente, la sentencia estaba hecha. Morirían, eso era muy seguro pero solo a manos de sus “guardianes” de sus aparentes mayordomos.
Con una tranquilidad poco común limpio la daga en las ropas del otro que ahora yacía agonizando a un paso de su final. La voz gritona y alterada del otro se escucho nuevamente.
-¿Qué no entiendes? … ¡¡ TE LLENARE DE PLOMO TE MATAREE!! … ¡¡ MALDITO MALCRIADO!!
-¿Qué le ocurre? *contesto levantándose* … se le nota miedoso … *sonrió alzando un poco su rostro* de ser usted … yo no hubiera puesto solamente mi atención en uno de los niños … ¿no es así conde Phantomhive? …
El regordete conductor sintió como le incrustaban levemente la punta de una inadvertida arma. Por detrás del adulto se encontraba Ciel Phantomhive apuntándole de cerca.
Alois Trancy- Mensajes : 81
Fecha de inscripción : 28/05/2011
Re: Centro de Londres
Si algo había que Ciel debía de admirar era la capacidad de Alois Trancy para la actuación.
Ciel solo tenía una única y peculiar forma de ser y no cambiaba ante las personas. Frío, sistemático, con una cara que no mostraba sonrisas más que algunas fingidas para con Lizzy, Ciel Phantomhive era odiado naturalmente tanto por adultos como por jóvenes de su edad. Irónicamente, estaba seguro que era odiado por igual tanto por ángeles como demonios. Esa cara larga, esa actitud estoica que no cambiaba ni iba a cambiar nunca. Ciel tenía la apatía pintada en el rostro como si ese fuera su nombre real.
Con cierto interés observó como Alois engatusó prácticamente a los dos hombres cuyos ojos brillaron como si vieran una hermosa gema acabada de pulir. No era para nadie desconocido que el rubio heredero de los Trancy era un niño bastante agraciado físicamente y seguro aquellos dos cerdos adultos encontraron en él la oportunidad de quizá venderlo en negocios no muy propios de una sociedad decente y de paso, divertirse un rato con placeres prohibidos. Claro; si Alois hubiera sido un niño inocente, eso hubiera funcionado.
Aprovechó que les estaba distrayendo para salir por la entrada del lado contrario del carruaje, aprovechando sus ropas oscuras y su baja estatura para pasar desapercibido entre las pacas de paja y demás bolsas oscurs seguramente llenas de alguna inmundicia o cuerpo a esconder por aquellos rufianes. Apretó los labios al escuchar que habían dado una bofetada en la mejilla de Alois, apretando el paso para rodear la escena, arrugando la nariz al ver que habían hecho sangrar al rubio.
"Solo yo" Pensaba Ciel "Solo yo puedo dañarle."
Para beneplácito del Phantomhive, Alois había al fin sacado la casta Trancy y había terminado con la vida de uno de los miserables que les había intentado raptar. Como de costumbre, Alois había hecho perder la paciencia a ese hombre que gritaba y chillaba como un cerdo a sabiendas que lo llevarán al matadero. Rodó los ojos cuando el hombre volteó a corroborar que, realmente, otro de los "niños" había sido lo suficientemente ágil para salir del carruaje sin ser visto. El miserable tartamudeaba y sus manos temblaban en el gatillo, amenazando al joven conde con miedo en los ojos. Ciel hizo una mueca de asco ante tan deplorable expresión y el hombre masculló:
--MALDITO, VAS A MORIR, TU Y TU AMIGO --
--Hombre miserable... ¿Puedes siquiera dejar de temblar? ¿Tanto miedo te da matar a un hombre? --Susurró, con una voz tan gélida como el color azul de sus ojos. Ciel suspiró, sin dejarle de mirar mientras apretaba el gatillo con seguridad y una bala se estrellaba en el cráneo del hombre, quien lanzó un estúpido jadeo y cayó de costado, dejándole por fin ver al rubio frente a él. --¿Te lastimó mucho, Alois? --Preguntó, caminando hacia él, extendiéndole la mano para que se levantaba.
Vaya que si habían podido hacer esto ellos dos solos.
Mayordomos no habían sido necesarios.
Demonios no habían sido necesarios.
Ciel solo tenía una única y peculiar forma de ser y no cambiaba ante las personas. Frío, sistemático, con una cara que no mostraba sonrisas más que algunas fingidas para con Lizzy, Ciel Phantomhive era odiado naturalmente tanto por adultos como por jóvenes de su edad. Irónicamente, estaba seguro que era odiado por igual tanto por ángeles como demonios. Esa cara larga, esa actitud estoica que no cambiaba ni iba a cambiar nunca. Ciel tenía la apatía pintada en el rostro como si ese fuera su nombre real.
Con cierto interés observó como Alois engatusó prácticamente a los dos hombres cuyos ojos brillaron como si vieran una hermosa gema acabada de pulir. No era para nadie desconocido que el rubio heredero de los Trancy era un niño bastante agraciado físicamente y seguro aquellos dos cerdos adultos encontraron en él la oportunidad de quizá venderlo en negocios no muy propios de una sociedad decente y de paso, divertirse un rato con placeres prohibidos. Claro; si Alois hubiera sido un niño inocente, eso hubiera funcionado.
Aprovechó que les estaba distrayendo para salir por la entrada del lado contrario del carruaje, aprovechando sus ropas oscuras y su baja estatura para pasar desapercibido entre las pacas de paja y demás bolsas oscurs seguramente llenas de alguna inmundicia o cuerpo a esconder por aquellos rufianes. Apretó los labios al escuchar que habían dado una bofetada en la mejilla de Alois, apretando el paso para rodear la escena, arrugando la nariz al ver que habían hecho sangrar al rubio.
"Solo yo" Pensaba Ciel "Solo yo puedo dañarle."
Para beneplácito del Phantomhive, Alois había al fin sacado la casta Trancy y había terminado con la vida de uno de los miserables que les había intentado raptar. Como de costumbre, Alois había hecho perder la paciencia a ese hombre que gritaba y chillaba como un cerdo a sabiendas que lo llevarán al matadero. Rodó los ojos cuando el hombre volteó a corroborar que, realmente, otro de los "niños" había sido lo suficientemente ágil para salir del carruaje sin ser visto. El miserable tartamudeaba y sus manos temblaban en el gatillo, amenazando al joven conde con miedo en los ojos. Ciel hizo una mueca de asco ante tan deplorable expresión y el hombre masculló:
--MALDITO, VAS A MORIR, TU Y TU AMIGO --
--Hombre miserable... ¿Puedes siquiera dejar de temblar? ¿Tanto miedo te da matar a un hombre? --Susurró, con una voz tan gélida como el color azul de sus ojos. Ciel suspiró, sin dejarle de mirar mientras apretaba el gatillo con seguridad y una bala se estrellaba en el cráneo del hombre, quien lanzó un estúpido jadeo y cayó de costado, dejándole por fin ver al rubio frente a él. --¿Te lastimó mucho, Alois? --Preguntó, caminando hacia él, extendiéndole la mano para que se levantaba.
Vaya que si habían podido hacer esto ellos dos solos.
Mayordomos no habían sido necesarios.
Demonios no habían sido necesarios.
Re: Centro de Londres
Limpio los residuos de sangre que aun llevaba bajo su labio inferior, para luego tomar la gentil mano extendida del otro. Sacudió sus ropas a la vez que miraba detenidamente el regordete cadáver del hombre tendido en el suelo, aquello lucia como un tétrico y sádico cuadro repleto de sangre y de entrañas saliendo por el cráneo de ese poco suertudo hombre.
--hay cosas peores… pero si deseas acariciarme con tus labios para hacerme sentir mejor … no me resistiré—*contesto su pregunta*
Le miro de reojo sonriendo, le gustaba acosarle de vez en cuando, por no decir la mayoría del tiempo.Recogió su daga, la cual descansaba sobre el pasto. Camino apenas unos pasos hacia un riachuelo, colocándose en cuclillas, se deshizo del rojo líquido proveniente de su victima remojándola un poco.
-no quiero conservar nada de esas dos sabandijas… sin embargo… *se levanto y guardándosela nuevamente por la manga, miro a Ciel* … no creo que podamos utilizar el carruaje … un asesinato es un asesinato, no importa si eran los responsables de tan molesto acto, las autoridades llenas de su “justicia” no lo verán con buenos ojos … no es grato sentir detrás de ti su insoportable presencia… aun así, no creo que sea del todo un problema …
Decía sin ningún indicio de algún ataque de remordimiento proveniente de su conciencia, en el pasado se había cuestionado si aun conservaba su sentido común. Se dirigió al carruaje y sacó las prendas que ambos condes habían dejado minutos atrás sobre el suelo y los asientos.
--mas bien… diría yo que todo esto cumplió con la orden de la reina ¿no es así Ciel? Y como extra dejo que una de tus piezas de ajedrez–Lau- permanezca aun en el juego para otro astuto turno …
Colocando cuidadosamente el abrigo sobre los hombros del otro. Cargo amablemente las demás prendas, no tenia intención de abrigarse.
-vamos Ciel … a puesto a que será divertido..
Pidió a la vez que caminaba unos cuantos pasos hacia adelante animándole.
Había transcurrido ya un tiempo,los cuerpos sin vida de aquellos adultos se encontraban ya muy atrás. Por cada minuto la lluvia se incrementaba mas, el viento los envestía una y otra vez provocaba un fuerte sonido al pasar revoloteando las hojas de los arboles. Pese a no haber platicado demasiado y aunque no lo admitiera, el joven rubio se sentía bien al estar acompañado por Ciel. Continuo metido en sus pensamientos; esa caminata le resultaba graciosa, era como ellos mismos, nada en sus encuentros era normal, caminaba junto al hermoso conde de cabellos azules con bastante calma, tanta, que parecía como si aquella tormenta no estuviera sobre ambos.
De pronto la tranquilidad que conservaba dentro se esfumo por consecuencia de la hermosa y provocativa imagen que vislumbraron sus ojos. Parecía que Ciel temblaba, se encontraba todo empapado, el mismo abrigo no servía ahora de nada. Alois se detuvo, tal acto hizo que su acompañante lo imitara mirándole extrañado. En su pecho pudo sentir unas insoportables y dolorosas ganas de sujetarlo y besarle justo cuando miraba resbalar por su pálido rostro una escurridiza gota de lluvia que perecía en sus carnosos y finos labios.
Parecía hipnotizado por esto, camino despacio hasta atrapar al otro, de pronto Ciel se encontró entre Alois y un árbol, las manos del ansioso rubio estaban puestas sobre el duro tronco impidiéndole al menor siquiera una oportunidad de escape. Sus ojos observaban los labios de este y luego subían a los ojos del otro los cuales estaban a la vista, pues el conde Phantomhive había perdido su parche, sin embargo el mayor seguía pensando que estos lucían realmente hermosos aun con la marca de aquel pacto.
Subía y bajaba la vista, sus labios, sus ojos, hasta que se detuvo y fijo la mirada en estos últimos, con voz casi susurrante dijo:
--hay cosas malas conde Phantomhive... cosas peor que terribles Ciel … las he vivido en su mayoría ... pero debido a ellas es que logro sentir estos momentos mas intensos que los demás, si bien a su tiempo comencé a odiar todo esto ... a dejarme desbordar por la ira y las drásticas emociones ... ahora ... en este instante inundado de poca lucidez ... me agrada olvidar lo demásy poderte sentir a mi lado ... no tengo idea de que ocurra mañana, si sea aburrido o excitante ... se que mi futuro es escaso y que lo perderé a manos de un elegante verdugo ... pero ahora estoy vivo, y, enemigos mortales o no ... estoy locamente deseando hacer de nuevo esto hasta lograr saciar esta sed de ti que tanto me descontrola…--
Sin esperar respuesta le beso. Sus manos ahora lo acariciaban y le tomaban con cuidado pero se aseguraban de no dejarlo escapar, se intento saciar pero ante su tacto sentía cada vez mas la necesidad de besarlo, este acto que al principio era leve ahora se había convertido en algo intenso. Todo esto era un juego peligroso que de a poco se inundaba con sensaciones placenteras, sentía las mejillas del menor frías debido a la lluvia, a diferencia de sus labios los cuales estaban cálidos y deliciosamente jugosos, introdujo su lengua probándolo aun mas dominando intencionalmente la del menor, dejándolo sin aliento.
Las gotas constantes de lluvia aun los alcanzaba cayendo constantemente sobre sus cabezas y hombros empapándolos, el grande y vigoroso árbol no los cubría por completo. Se escucho un lejano relinchar proveniente de un solitario caballo que se encontraba resguardado en el establo de una morada, Alois se separo un poco de Ciel, miro de reojo aquel lugar y volvió a observa al conde que estaba atrapado entre sus brazos.
--¿te parece bien resguardarnos de la lluvia ahí?—
Pregunto refiriéndose a una hermosa casa, de la cual sobresalían algunas luces en el interior. Seguro se trataba de un buen sitio en donde brindaban amable hospedaje a viajeros, claro, a viajeros con dinero.
Alois le mostro la bolsa con monedas de oro que llevaban los anteriores raptores. El rubio lo observaba fijamente, las gotas de lluvia caían de sus dorados flequillo de una forma provocativa.
--hay cosas peores… pero si deseas acariciarme con tus labios para hacerme sentir mejor … no me resistiré—*contesto su pregunta*
Le miro de reojo sonriendo, le gustaba acosarle de vez en cuando, por no decir la mayoría del tiempo.Recogió su daga, la cual descansaba sobre el pasto. Camino apenas unos pasos hacia un riachuelo, colocándose en cuclillas, se deshizo del rojo líquido proveniente de su victima remojándola un poco.
-no quiero conservar nada de esas dos sabandijas… sin embargo… *se levanto y guardándosela nuevamente por la manga, miro a Ciel* … no creo que podamos utilizar el carruaje … un asesinato es un asesinato, no importa si eran los responsables de tan molesto acto, las autoridades llenas de su “justicia” no lo verán con buenos ojos … no es grato sentir detrás de ti su insoportable presencia… aun así, no creo que sea del todo un problema …
Decía sin ningún indicio de algún ataque de remordimiento proveniente de su conciencia, en el pasado se había cuestionado si aun conservaba su sentido común. Se dirigió al carruaje y sacó las prendas que ambos condes habían dejado minutos atrás sobre el suelo y los asientos.
--mas bien… diría yo que todo esto cumplió con la orden de la reina ¿no es así Ciel? Y como extra dejo que una de tus piezas de ajedrez–Lau- permanezca aun en el juego para otro astuto turno …
Colocando cuidadosamente el abrigo sobre los hombros del otro. Cargo amablemente las demás prendas, no tenia intención de abrigarse.
-vamos Ciel … a puesto a que será divertido..
Pidió a la vez que caminaba unos cuantos pasos hacia adelante animándole.
Había transcurrido ya un tiempo,los cuerpos sin vida de aquellos adultos se encontraban ya muy atrás. Por cada minuto la lluvia se incrementaba mas, el viento los envestía una y otra vez provocaba un fuerte sonido al pasar revoloteando las hojas de los arboles. Pese a no haber platicado demasiado y aunque no lo admitiera, el joven rubio se sentía bien al estar acompañado por Ciel. Continuo metido en sus pensamientos; esa caminata le resultaba graciosa, era como ellos mismos, nada en sus encuentros era normal, caminaba junto al hermoso conde de cabellos azules con bastante calma, tanta, que parecía como si aquella tormenta no estuviera sobre ambos.
De pronto la tranquilidad que conservaba dentro se esfumo por consecuencia de la hermosa y provocativa imagen que vislumbraron sus ojos. Parecía que Ciel temblaba, se encontraba todo empapado, el mismo abrigo no servía ahora de nada. Alois se detuvo, tal acto hizo que su acompañante lo imitara mirándole extrañado. En su pecho pudo sentir unas insoportables y dolorosas ganas de sujetarlo y besarle justo cuando miraba resbalar por su pálido rostro una escurridiza gota de lluvia que perecía en sus carnosos y finos labios.
Parecía hipnotizado por esto, camino despacio hasta atrapar al otro, de pronto Ciel se encontró entre Alois y un árbol, las manos del ansioso rubio estaban puestas sobre el duro tronco impidiéndole al menor siquiera una oportunidad de escape. Sus ojos observaban los labios de este y luego subían a los ojos del otro los cuales estaban a la vista, pues el conde Phantomhive había perdido su parche, sin embargo el mayor seguía pensando que estos lucían realmente hermosos aun con la marca de aquel pacto.
Subía y bajaba la vista, sus labios, sus ojos, hasta que se detuvo y fijo la mirada en estos últimos, con voz casi susurrante dijo:
--hay cosas malas conde Phantomhive... cosas peor que terribles Ciel … las he vivido en su mayoría ... pero debido a ellas es que logro sentir estos momentos mas intensos que los demás, si bien a su tiempo comencé a odiar todo esto ... a dejarme desbordar por la ira y las drásticas emociones ... ahora ... en este instante inundado de poca lucidez ... me agrada olvidar lo demásy poderte sentir a mi lado ... no tengo idea de que ocurra mañana, si sea aburrido o excitante ... se que mi futuro es escaso y que lo perderé a manos de un elegante verdugo ... pero ahora estoy vivo, y, enemigos mortales o no ... estoy locamente deseando hacer de nuevo esto hasta lograr saciar esta sed de ti que tanto me descontrola…--
Sin esperar respuesta le beso. Sus manos ahora lo acariciaban y le tomaban con cuidado pero se aseguraban de no dejarlo escapar, se intento saciar pero ante su tacto sentía cada vez mas la necesidad de besarlo, este acto que al principio era leve ahora se había convertido en algo intenso. Todo esto era un juego peligroso que de a poco se inundaba con sensaciones placenteras, sentía las mejillas del menor frías debido a la lluvia, a diferencia de sus labios los cuales estaban cálidos y deliciosamente jugosos, introdujo su lengua probándolo aun mas dominando intencionalmente la del menor, dejándolo sin aliento.
Las gotas constantes de lluvia aun los alcanzaba cayendo constantemente sobre sus cabezas y hombros empapándolos, el grande y vigoroso árbol no los cubría por completo. Se escucho un lejano relinchar proveniente de un solitario caballo que se encontraba resguardado en el establo de una morada, Alois se separo un poco de Ciel, miro de reojo aquel lugar y volvió a observa al conde que estaba atrapado entre sus brazos.
--¿te parece bien resguardarnos de la lluvia ahí?—
Pregunto refiriéndose a una hermosa casa, de la cual sobresalían algunas luces en el interior. Seguro se trataba de un buen sitio en donde brindaban amable hospedaje a viajeros, claro, a viajeros con dinero.
Alois le mostro la bolsa con monedas de oro que llevaban los anteriores raptores. El rubio lo observaba fijamente, las gotas de lluvia caían de sus dorados flequillo de una forma provocativa.
Alois Trancy- Mensajes : 81
Fecha de inscripción : 28/05/2011
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