Cocina de la mancion Trancy

Sin motivo aparente Timber siguió a Claude durante las siguientes horas de labor, estuvo tras el cuando sacudió la biblioteca, cuando ordeno el baño y al momento de preparar el te para el conde…


Presenció en carne propia como Claude buscaba en su mente que clase de pastelillo prepararía para el conde Trancy, una vez que tuvo la idea lista ordeno pulcramente todos los ingredientes en una hilera de vasos medidores, como si el solo proceso de elaboración fuera fascinante. Timber observaba detenidamente como el mayor distribuía todo el merengue de colores, formando dibujos de simetría perfecta. Ninguna mano humana habría sido capaz de formar pastelillos más perfectos que esos. Al final los pastelitos parecían obras de arte en miniatura. Podrían haber estado en una exposición en vez de en una charola para comer. Una vez que estuvieron listos Claude le tendió uno al menor.


- El primero es para ti.

Cuando vio que Claude se retiraba del jardín decidió seguirle, impulsado por su propio interés en el demonio mayor, y cuando éste hizo notar que sabía que lo estaba siguiendo no pudo evitar el dar un pequeño bufido, a esas alturas ya debería haberse dado cuenta de que no le era indiferente, de otra manera no habría mostrado tal interés en las razones de su comportamiento.

Al pasar el día y observarlo hacer sus tareas no pudo evitar un pequeño sentimiento de envidia, Claude hacía parecer cualquier deber como uno extremdamente fácil por el poco esfuerzo que parecía efectuar en cada uno. A pesar de ser un demonio Timber no poseía la misma gracia que el mayor y fecuentemente cometía errores en sus quehaceres, no entendía que era lo interesante que Claude podía ver en él.

En el momento en que llegaron a la cocina observó de manera atenta como preparaba pastelillos con una pulcritud envidiable, cuando él cocinaba los alimentos usualmente era bastante desordenado aunque al finalizar siempre aseguraba de dejar todo ordenado.

Una vez que los pastelillos quedaron listos se sorprendió al notar que Claude le tendía una de esas pequñas delicias.

La tomó de manos del mayor sin hacer contacto visual, sin entender muy bien porqué se sintió avergonzado y sus mejillas se tiñeron de un leve carmín.

-Gracias Claude, no era necesario que te molestaras- dijo tomando un bocado -está delicioso-.

Claude sabía que ellos no necesitaban comer… pero le gustaba que Timber disfrutara. Se dedico unos momentos para mirar a Timber comer, era agradable estar ahí.



Retrocedió un poco, mientras se arreglaba los lentes en un gesto ya tan propio, “es como si lo contemplara por primera vez” se dijo.



Todo el día lo habían pasado juntos, ahora sabia muchas cosas del demonio… bastantes mas de las que creyó que podría descubrir. Algo muy parecido a la felicidad le atravesó por el cuerpo sintiéndose extraño… muy extraño.



Afuera la tarde estaba llegando. Las ramas eran cubiertas por varias hojas tintadas de distintas tonalidades de rojo y amarillo, mientras se balanceaban a voluntad del viento. Pronto anochecería, y Claude tenia poca voluntad de irse a otro sitio donde o estuviera Timber.



- El día estuvo bastante interesante, gracias por pasarlo conmigo.



El demonio mayor había dicho esto mientras Timber seguía degustando un fino pastelillo de cubierta artesanal color rosa pálido.



- Mañana saldré a cortar flores nuevas para cubrir los jarrones de toda la casa – se peino el cabello con sus largos y finos dedos – espero que no te moleste que deje tu precioso jardín sin flores.



Claude preparo la charola de plata que llevaría al conde. Cuando se inclino el pelo cortó y oscuro le cayó sobre los ojos, bloqueándole parcialmente la vista.



- Tal vez mañana quieras acompañarme – sugirió –



Por primera vez desde que se conocían parecía que habían conseguido un verdadero acercamiento entre ellos, conociéndose más a fondo. Por fin Claude salió de la cocina.